Un estudio revela el desconocimiento generalizado sobre la normativa y la preferencia ciudadana por preservar la identidad de la ciudad frente al crecimiento económico
La proliferación de viviendas turísticas en el centro histórico de Málaga ha generado un intenso debate entre residentes que ven cómo su ciudad se transforma día a día. Un estudio reciente de la Unión de Consumidores de Málaga, subvencionado por la Junta de Distrito Centro del Ayuntamiento, arroja luz sobre una realidad preocupante: la inmensa mayoría de los malagueños desconoce por completo la regulación que supuestamente ordena este fenómeno.
Los datos son contundentes. Apenas un 9,3% de la población tiene conocimiento pleno de las normas que rigen las viviendas turísticas en su propia ciudad. Esta cifra resulta especialmente llamativa si se considera que estas regulaciones afectan directamente a la vida cotidiana de miles de residentes que han visto cómo sus barrios se transforman en espacios dedicados casi exclusivamente al turismo.
El estudio, presentado este 16 de junio, refleja una realidad que muchos malagueños viven en primera persona: la tensión entre el beneficio económico que genera el turismo y la preservación de la identidad local. En este sentido, el 83,3% de los encuestados tiene clara su preferencia: consideran mucho más importante mantener la esencia de su ciudad que apostar por un crecimiento económico basado en la actividad turística.
Esta postura no surge de la nada, sino que responde a problemas concretos que los residentes experimentan día tras día. El más grave, según los datos recogidos, es el encarecimiento del alquiler: un abrumador 90,7% de los participantes identifica la subida de precios de la vivienda habitual como una consecuencia directa de la proliferación de apartamentos turísticos. A esto se suma la escasez de pisos disponibles para alquiler de larga duración, un problema que afecta al 87% de los consultados.
Pero los efectos van más allá de lo económico. Los malagueños hablan de ruido, molestias y suciedad, problemas que señala el 75,9% de los encuestados. Quizás más significativo aún es que el 72,2% percibe una pérdida del ambiente vecinal, esa sensación de comunidad que tradicionalmente ha caracterizado los barrios del centro histórico. El resultado es evidente: el 92,6% de los participantes está de acuerdo en que la masiva presencia de viviendas turísticas ha empujado a los malagueños a buscar hogar en otros barrios de la ciudad.
La percepción sobre el control administrativo tampoco es positiva. Dos tercios de los encuestados, concretamente el 66,7%, considera que las autoridades no ejercen una vigilancia adecuada sobre las medidas sanitarias y de limpieza que deben cumplir estas viviendas. Esta sensación de descontrol se extiende al cumplimiento general de la normativa, lo que genera una sensación de impunidad entre los residentes.
Las soluciones que proponen los ciudadanos son claras y van en tres direcciones principales. En primer lugar, reclaman una limitación y control más estricto del número de viviendas turísticas, especialmente en las zonas más saturadas. En segundo lugar, exigen una regulación más rigurosa con mayor vigilancia del cumplimiento de las normas existentes. Finalmente, piden un mayor fomento del alquiler de larga duración a precios asequibles para los residentes locales.
El Ayuntamiento de Málaga ya ha dado algunos pasos en esta dirección, limitando en un 8% el número de viviendas turísticas en zonas especialmente saturadas como el Centro Histórico, Pedregalejo o Puerto de la Torre. Sin embargo, esta medida podría tener el efecto perverso de trasladar el problema a otros distritos que hasta ahora habían logrado mantener su carácter residencial y su ambiente vecinal.
El impacto del fenómeno se extiende también al sector hotelero tradicional. Según el estudio, el 44,4% de los encuestados considera que los hoteles han tenido que modificar sus precios y servicios para poder competir con la oferta de viviendas turísticas, evidenciando cómo este fenómeno está reconfigurando todo el sector del alojamiento en la ciudad.
Resulta paradójico que, mientras critican los efectos de las viviendas turísticas en su propia ciudad, el 74,1% de los malagueños encuestados reconoce haber utilizado este tipo de alojamiento durante sus propios viajes. Esta aparente contradicción refleja la complejidad de un fenómeno que, visto desde fuera, puede parecer cómodo y atractivo, pero que vivido desde dentro genera tensiones y problemas significativos para las comunidades locales.
El perfil de los participantes en el estudio muestra una representación equilibrada de diferentes grupos de edad, con mayor participación de jóvenes de entre 18 y 30 años y adultos de 46 a 60 años. La mayoría procede de distritos como Cruz del Humilladero y Teatinos-Universidad, lo que aporta una perspectiva amplia sobre cómo se percibe el fenómeno desde diferentes puntos de la ciudad.
Los resultados de esta investigación ponen sobre la mesa la necesidad urgente de abordar dos cuestiones fundamentales: por un lado, mejorar la información y el conocimiento ciudadano sobre las regulaciones existentes; por otro, reforzar los mecanismos de control para garantizar que estas normas se cumplan efectivamente. Solo así será posible encontrar un equilibrio entre los indudables beneficios económicos que aporta el turismo y la preservación de la calidad de vida de los malagueños, que al fin y al cabo son quienes dan vida y autenticidad a la ciudad que tanto atrae a los visitantes.