Ignacio Tapia, alumno recien egresado de la Facultad de Bellas Artes, presentaba A Study in Blue and Green, su primera exposición individual, incluida en una serie más amplia de trabajos agrupados bajo el epígrafe Wall Paintting. La presentación al público como artista de Ignacio Tapia se consumó en la sala de exposiciones del centro académico en el que se ha formado y en el acto tuvo como maestros de ceremonias a dos buenos compañeros suyos, artistas ya con recorrido pese a su juventud: Gonzalo Fuentes y Javier Artero, en una comunión generacional especialmente fructífera.Para ellos también ha sido su bautismo de fuego, aunque en este caso en el papel, cada vez más complejo, de comisarios de la muestra.
El proyecto de Ignacio Tapia desarrolla, de un modo ciertamente particular, los planteamientos de postpintura en el campo expandido que desde finales de los años sesenta del pasado siglo han venido reconsiderando el estatuto del cuadro en el arte y la cultura contemporánea. Así, el artista nos propone una inteligente y arriesgada “vuelta de tuerca” a esta tradición, “con un claro posicionamiento ideológico, de resistencia incluso, en el que el motivo o patrón formal del proyecto se reduce a un único módulo espandido que se fragmenta y dispone por la sala de exposiciones sugiriendo una cierta narrativa espacial”, según palabras de los comisarios.
La exposición se presenta con una escenografía muy próxima a la que el artista se encuentra a diario en su taller de trabajo: alfombras vcitorianas o similares que cubren todo el espacio, algunas en color rojo intenso que contrastan y refuerzan los tonos fríos de las gamas azules y verdes de las obras expuestas. Unas alfombras que, en valoración de los comisarios, “además de potenciar los tonos de las obras colgadas de las paredes, invitan al detenimiento; al disfrute placentero de desplazarse por una superficie acolchada y a la invitación a la contemplación de las obras tendidos sobre las alfombras, rememorando usos que asociamos a los suelos alfombrados, especialmente en culturas orientales”.
El trabajo de Javier tapia, expande su concienzudo análisis sobre el color desde la cautivadora repetición rítmica y la geometría irónica de sus óleos a todo el ámbito sensitivo de la sala de exposiciones, para acoger al espectador en un environment de marcadas reminiscencias arquitectónicas y dramáticas que, al tiempo, no puede dejar de situarnos en la cultura mediterránea a la que pertenece.
Esta exhibición está acompañada por un catálogo que incluye textos compuestos para la ocasión por el propio autor y por los comisarios, Gonzalo Fuentes y Javier Artero, que, a nuestro juicio salen triunfantes del reto que se marcaron de “buscar la unidad de los elementos expuestos y ayudar a generar marcos de interpretación del discurso del artista”.