El Centro de Formación Profesional Cesur acogió este martes una clase magistral del chef malagueño Daniel Carnero, dueño y jefe de cocina del restaurante Kaleja, premiado por la Academia Gastronómica de Málaga (AGM), y La Cosmopolita en Málaga, distinguido con un Sol de Guía Repsol.
El chef transmitió durante las casi 3 horas de clase todo su amor por los fogones y su creatividad en la cocina, muy ligada a la candela. El alumnado de Cesur de los ciclos de Hostelería pudo conocer de primera mano la forma de trabajar y de crear platos de uno de los mejores profesionales a nivel nacional.
Durante el transcurso de la clase, Daniel Carnero preparó un menú degustación muy similar al que se sirve diariamente en Kaleja, su restaurante, para que los futuros cocineros saborearan los distintos productos y conocieran la variedad de condimentos que se pueden mezclar en un mismo plato. Opciones tan conocidas en su restaurante como buñuelo de zurrapa, potaje de hinojo, alubias con carbonara de cecina o terrina de cerdo y salazón son las que tuvieron oportunidad de degustar.
Para el chef, lo más importante es que el alumnado conozca las bases de la cocina para poder “inventar recetas y no hacer recetas”. “Creo que como gente joven que está comenzando en el mundo de la gastronomía deben conocer el principio básico de la gastronomía, que es el de intercambiar sabores y crear experiencias”, añadió Carnero.
Su cocina es conocida por ser un reflejo de la modernidad unida a la comida tradicional, cuando los abuelos y abuelas utilizaban las brasas para preparar cada plato. “Es un estilo muy ligado a las raíces andaluzas, una cocina muy de memoria, de recuerdo”, indicó el chef. El alumnado así conoció, por ejemplo, las diferencias entre cocinar con leña, que deja un sabor más intenso, o con el sarmiento, que es más usado para saltear por su rápida combustión.
Por último, el chef estuvo charlando con el alumnado, conociéndolos y compartiendo ideas con ellos, transmitiéndoles que para él, ser cocinero es tener una “gran responsabilidad”. “No alimentamos el alma, ni el espíritu, alimentamos el estómago. Al final el cliente viene a mi restaurante por mi comida, y yo tengo que estar cocinando, quiero que se den cuenta de eso”, afirmó.