Ante la falta de planificación que se ha venido observando para establecer una adecuada relación entre las distintas modalidades de cultivos y la capacidad de los recursos hídricos disponibles en toda la provincia, pero principalmente en la Axarquía malagueña con el cultivo de subtropicales, propio para años de excedentes hídricos pero no de sequía como la que atravesamos, el Colegio de Economistas de Málaga considera fundamental para la economía de la provincia la urgente adaptación de cultivos de la zona a la nueva situación meteorológica que parece asentarse definitivamente según la tendencia de los últimos años.
En este sentido, los economistas valoran positivamente el empleo y riqueza generados durante estos años –gracias en buena parte a las exportaciones– por cultivos subtropicales como el mango y el aguacate que, si bien gozan de un entorno favorable en cuanto a temperaturas, no así de lluvias regulares cuando dependen de un alto consumo de agua.
Tras años supliendo el déficit hídrico con las reservas de acuíferos subterráneos, la situación es todavía más crítica cuando, con cada vez menos precipitaciones en la zona, el total de las reservas de embalses en la provincia está hoy a solo un 21,59% de su capacidad; el año pasado por estas fechas se situaba en prácticamente un 40%. Y la comarca de la Axarquía, clave en cuanto al cultivo subtropical mencionado anteriormente, alberga el pantano de La Viñuela, el más grande de Málaga, cuyo nivel baja a un escaso 7,88%.
Es así que, junto a la falta de recursos hídricos desde hace tiempo para el adecuado abastecimiento de subtropicales, la viabilidad de su cultivo ha quedado en entredicho en un muy corto plazo de tiempo, tal y como arrojan los preocupantes datos ofrecidos por la Unión de Pequeños Agricultores (UPA). Y es que este año cuantifican para la Axarquía un 85% menos de producción de mango y un 60% menos de aguacate.
Tales cifras supondrán importantes pérdidas en el sector de la agricultura y destrucción de puestos de trabajo. También afectarán negativamente a sectores como la distribución y transportes, además de encarecerse los productos provenientes del campo para los consumidores por una menor oferta para la demanda actual.
Se ha de señalar que la futura inversión en infraestructuras hídricas es bienvenida, como son los 100 millones financiados por el Estado y los terrenos cedidos por la Junta de Andalucía para la desaladora de la Axarquía. Pero también cabe preguntarse si su producción garantizará el agua para regadío y qué costes se manejarán para abastecer a los agricultores.
El precio medio del agua en la agricultura ronda los 10 céntimos por metro cúbico. Y, por ejemplo, en Almería el agricultor paga casi 50 céntimos por metro cúbico de agua desalinizada, pero el coste real se sitúa en el entorno de los 1 a 1,5 euros. Es decir, que aproximadamente entre la mitad y dos tercios del coste del agua estaría soportado por subvenciones públicas, que evidencia una importante falta de rentabilidad en el sector.
Para paliar en cierta medida esta deficiencia, el Colegio de Economistas de Málaga considera primordial mejorar las redes de suministro de agua para riegos para minimizar las pérdidas, así como la modernización de procedimientos de desalación. En los próximos años tenemos la obligación de hacer un sobreesfuerzo de inversión en tecnologías más eficientes de desalación que reduzcan el consumo energético que actualmente encarece tanto el producto final, insoportable tanto para agricultores como para unas administraciones que a corto y medio plazo seguirán soportando la mayor parte del coste.