En este caso, otorga una bandera negra a la provincia de Málaga por los 45 puntos en la Costa del Sol, 16 en Málaga y 45 puntos en la zona oriental de la provincia, la Axarquía por contaminación de los arenales del dominio público terrestre (DPMT) y otra bandera negra por la gestión ambiental, por construcciones permanentes de chiringuitos de hormigón y sótanos en el DPMT localizados en la Costa del Sol, Málaga y Axarquía.
Hay que puntualizar que en esta edición Ecologistas en Acción simplifica el informe aunando las banderas en dos, lo cual no quiere decir que los problemas no hayan aumentado a lo largo de estos años.
En este sentido otorga bandera negra por contaminación de los arenales del dominio público marítimo terrestre por efluentes de aguas pluviales contaminadas localizadas en la Costa del Sol, Málaga y Axarquía. Actualmente los municipios se están esmerando mucho en lograr que sus playas queden impolutas y este comportamiento es reforzado por reconocimientos como las banderas azules. Con independencia de que no se tenga en cuenta las consecuencias biológicas y ecológicas de este frenesí limpiador con maquinaria pesada en las playas, llama la atención el flagrante descuido generalizado de los vertidos directos a las playas.
Dado que estamos en un contexto en el que los municipios disponen teóricamente de EDAR, y las aguas que se lanzan al mar son depuradas como mínimo a un secundario, nada se hace para las llamadas “aguas pluviales”, que son canalizadas por la red de alcantarillado de los núcleos urbanos y finalmente desaguan a un río o bien, en su defecto, por una tubería directamente a la playa, una solución que permite evacuar las aguas de escorrentía que generan las lluvias y los baldeos a través de la red de alcantarillado, pero a su llegada al arenal del DPMT, estas aguas no son inertes como aparentemente podría indicar el concepto de “aguas pluviales”, pues solamente su olor ya demuestra que tienen materia orgánica en descomposición, por lo que son un foco de infección y contaminación, con consecuencias directas al biota de las arenas (que aunque no se vea existe) y potencialmente a la salud de las personas, pues a menudos sus charcos son elegidos por los niños para chapotear en ellos.
En este sentido, desde la Federación malagueña de Ecologistas en Acción exigen a los Ayuntamientos depurar estas aguas antes de su vertido al mar. “La falta de vigilancia y control de estas aguas es, por tanto, un atentado para la salud y la ecología de las playas, por lo que exigimos un control exhaustivo de estos vertidos, hasta ahora incontrolados”.
Ejemplo de ellos son: Acantilados de Maro-La Cascada, Playa de Burriana, Playa de Calahonda, Playa de la Torrecilla, Playa del Chucho-Chíllar
En cuánto a la bandera negra por mala gestión, la construcción de chiringuitos y sótanos, es una práctica que se está imponiendo en toda la costa malagueña, casi siempre con la colaboración y aliento de sus ayuntamientos y con una actitud casi pasiva de Demarcación de Costas Mediterráneo Andalucía-Málaga, que no va más allá de la elaboración de informes negativos, lo que supone la consolidación de un estilo de “okupar” espacios públicos, muchos de ellos hábitats de interés comunitario, como son las playas.
Desde 2018 se han presentado los siguientes escritos de oposición, principalmente alegaciones sobre la construcción de chiringuitos de nueva planta de hormigón y sótano en DPMT en Playas de Málaga, como la en la playa de la Malagueña: el Chiringuito El Cachalote, Oasis Playa, el Chiriguito Picasso o el Mediterráneo; en las playas de la Axarquía: en el Morche, Chiringuito Paco; la playa de Liendres, Chiringuito Cordón Verde Litoral; en la zona de la Costa del Sol en Mijas, en la playa de Calahonda La Luna Beach o en la playa del Cable (Marbella): Chiringuito Villapadierna; en la del Realejo: Chiringuito Realejo; Playa Guadalmina: Chiringuito Seabeach Ventura; playa de las Chapas: chiringuito, OMARAJOR o en la playa Guadalmansa, el chiringuito IKOS (Estepona).
Para la organización medioambiental, estas construcciones en la práctica son restaurantes-discotecas de playa de lujo a los que muchísimos usuarios de la playa no pueden acceder por sus elevados precios, que ocupan superficies de playa mucho mayores de las autorizadas y no pagan por ello, que alteran gravemente la dinámica litoral y perjudican la integridad del dominio público y su uso. Nuevos establecimientos que compiten de forma desleal destrozando los chiringuitos tradicionales desmontables andaluces.